Por Victoria de Canha
La música es fundamental en nuestras vidas, los seres humanos convivimos con la música en todo momento y se encuentra en cualquier parte… En cada sonido, cada ritmo, y en cada voz. La música es un medio de expresión universal que posee numerosos efectos positivos en el ser humano, especialmente durante sus primeros años. Afecta a nuestro cerebro desde el momento que nacemos y, durante nuestros primeros años de vida, ayuda e influye en nuestro desarrollo cognitivo, social, motor, emocional y del lenguaje.
Con la música, conseguimos activar los dos hemisferios del cerebro y crear más conexiones entre ellos. El hemisferio izquierdo se encarga de la parte más lógica: el razonamiento, los números, el lenguaje, etc, mientras que el hemisferio derecho gestiona las funciones más intuitivas, imaginativas y creativas. Al escuchar música, la parte izquierda del cerebro se activará analizando las obras y haciendo hincapié en la parte más racional, como por ejemplo el sentido de la letra, figuras musicales, ritmos… La parte derecha del cerebro activará la imaginación y dejará volar las emociones.
Dicho esto, ¿cuáles son los efectos positivos que tiene la música en el cerebro de los niños?
- Aumento de la memoria, la atención y la concentración: Al escuchar la melodía y la letra de las canciones, los niños aprenden a recordar y reproducir lo que escuchan mientras se divierten cantando.
- Mejora de la fluidez de expresión: Ya sea la expresión hablada o la expresión corporal, ambas se desarrollan al cantar y bailar. Cantar la letra de una canción resulta sencillo cuando se conoce su ritmo, por lo que el niño puede repetir frases complejas que de otro modo no utilizaría. El baile le aporta la capacidad de expresarse con el cuerpo, y tocar un instrumento añade una nueva forma de comunicación.
- Mayor facilidad para la resolución de problemas: La percepción de los patrones rítmicos aumenta el razonamiento del niño para encontrar soluciones a problemas matemáticos y de lógica.
- Estimulación de la imaginación y la creatividad: El reconocimiento de patrones rítmicos en una melodía actúa sobre la región creativa y la región motivadora del cerebro, impulsando directamente al niño a desarrollar su imaginación.
- Refuerzo del lenguaje: Las letras de canciones aportan palabras y sonidos para que el niño pueda ampliar y reforzar su vocabulario.
- Desarrollo del equilibro, los sentidos y los músculos: Al bailar siguiendo los diferentes ritmos, el niño adquiere mayor coordinación, fuerza muscular y sentido espacial. Lo ayuda a aprender a moverse y a ser consciente del espacio que lo rodea.
- Enriquecimiento del intelecto: Una parte del cerebro asocia la música con los recuerdos al experimentar momentos emocionales sobresalientes, potenciando el desarrollo intelectual del niño. Por esto, muchas veces al escuchar una canción específica despertamos recuerdos con gran facilidad.
- Aumento de la sociabilidad: La música les da la oportunidad de interactuar con otros niños y con adultos, dándoles más ocasiones para desarrollarse en sociedad.
- Mayor control de los estados de ánimo: La música evoca emociones y ayuda a procesarlas, potenciando el desarrollo emocional del niño.
- Implantación de rutinas: Al asociar ciertas actividades a música y canciones concretas, el niño se habituará a realizarlas cuando vuelva a escuchar la melodía que relaciona con ellas, haciendo también que se vuelva más disciplinado.
- Aumento de la autoestima: El aprendizaje de canciones, bailes, e incluso instrumentos, aporta al niño mayor amor propio y confianza en sí mismo.
- Mejora de la salud: La música tiene el efecto de aliviar el dolor y fortalecer el sistema inmunológico. También ayuda a coordinar la respiración y los latidos del corazón, por lo que consigue calmar y relajar. Escuchar melodías tranquilas y alegres ayuda para la recuperación tanto física como mental.
Como podemos ver, la música aporta de gran forma al desarrollo y aprendizaje infantil. Tanto padres como educadores debemos reconocer la importancia que tiene la música dentro de nuestros hogares o salones de clase, ya que, como dijo Stevie Wonder: la música es un mundo dentro de uno mismo, es un lenguaje que todos entendemos.